La última parada en nuestra ruta gastronómica por España es Madrid. Hay muchas cosas que se pueden decir acerca de la comida de esta zona, muchos platillos, restaurantes y bares típicos... pero hay un lugar en especial que a mí me fascina visitar: el Mercado de San Miguel.
Uno sale de la Plaza Mayor por una de sus puertas y al dar la vuelta a la izquierda encuentra esta estructura férrea con ventanas cuyo cristal permite admirar la enorme variedad de productos que albergan sus puestos, que, al igual que en el Mercado de la Boquería en Barcelona, se encuentran organizados a la perfección y ofrecen alimentos de la mejor calidad.
Es todo un espectáculo ingresar a este recinto, digno de ser estampado en pinturas, pero es aún mejor probar las delicias que ahí se venden. La peculiaridad de este lugar consiste en que, por las tardes y noches, se convierte en un auténtico bar, donde uno puede quedar con los amigos y literalmente cenar ahí; incluso, algunos puestos ya tienen instalados banquillos en sus barras para recibir a los comensales. Ojalá en mi ciudad hubiera un sitio como éste...
No hay comentarios:
Publicar un comentario